Todo comenzó cuando...

Mis padres me contaron que aprendí a hablar a una edad algo precoz. Tenía dos años y ya podía entablar ciertos diálogos y poco a poco dejé de callarme. (La verdad es que siempre  hablaba con adultos, es que no tenía de otra). Comencé a cantar casi de inmediato, al ser la primera hija de un joven matrimonio, guardaban ciertas evidencias de las primeras cosas que hacía y conservo hasta el momento el cassette de mis primeras palabras, cantos, etc. 

A los tres o cuatro años, comencé a leer y a los seis, ya escribía en todo lugar. Tal vez el recuerdo más sublime de mi infancia es el de mi mamá cocinando mientras yo a su lado, leía los libros que tomaba prestados de la pequeña "biblioteca" de la casa de mis abuelos. Ella ponía un CD de The Beatles mientras yo tarareaba pasando las hojas, entonces ella me miraba y me preguntaba de qué se trataba el libro que devoraba,  inocentemente le respondía y jamás me callaba. Casi todos mis sentidos se satisfacían en ese instante con aquel aroma sabroso que desprendía su única sazón, con tales hermosas canciones que me marcaron, con la trama de una historia infantil que ahora no recuerdo, pero más que nada, mi corazón se satisfacía al sentirme tan exquisitamente cuidada por aquel maravilloso ser al que llamaba "mamá" (a ella quisiera dedicarle un espacio entero en esta página, el mundo tiene que conocerla).

Al entrar al nivel inicial, inevitablemente tenía que aprender a socializar con otros seres de mi edad. Aún recuerdo que le encontraba un interés particular al hecho de recitar; las poesías me atraían de manera sutil y yo me dejaba llevar porque era feliz así (aunque mi paciente profesora tuviera que ayudarme a memorizar cortos párrafos al final de cada sesión de clase, siempre se lo agradeceré). 

Pasaron los años y César Vallejo se convirtió en una de mis personas favoritas."Metafísica" , no me cansaba de repetir esa palabra tras leer sus hermosas creaciones una y otra y otra vez. Ya en mi eterna escuela femenina, debía escribir sin fallas y de una manera casi impecable. Debo confesar que jamás me asustó aprender a hacerlo, y hasta me divertía en aquel entonces. Aunque claro, siempre me reprendían por tener una caligrafía paupérrima, hasta ahora es de temer, pero ya no me importa... Aprendí a solo vivir bajo la sombra del resultado de un lápiz, un trozo de cualquier tipo de papel, un pensamiento inquietante que deseo plasmar y mis manos.

Fue a causa de mi obsesión por las hojas, por las ganas de querer entender cómo funciona este sistema y por descubrir qué podría hacer para mejorar la vida de quienes más necesitan que decidí estudiar la afamada carrera de Derecho. Aunque es mi obligación cumplir otros sueños que no se me pueden escapar... El cine, los idiomas, los viajes, la política, el arte y la cultura en general me revelaron que debía seguir en movimiento constante.

Bueno, es así que con todo lo previamente escrito, recuerdo con grata nostalgia un poco de mi pasado, ese en el que nunca estuvo ausente un libro, una poesía, una crítica, una canción, el amor, las lágrimas, las risas. Por todo ello quiero escribir mucho más... Las letras ordenadas de manera artística deben ser enseñadas, es inútil no mostrar lo armonioso que suenan en nuestras mentes cuando uno las comienza a leer y a darles sentido. Sé que hay gente que nace con el talento innato de hacerte volar con hermoso párrafos, pero quiero probar lo mío. 

Es mi primer intento. Sé que tendré varios, sin embargo jamás perderá el toque especial que trato de introducir a todo aquello que me toca vivir y hacer. 

Gracias.

P.