Hay mucha fuerza en la voz de quienes se comprometen por su país y salen a la calle, a la vista y paciencia de tanta gente que ocasionalmente emitía un apoyo cálido. Bendita reacción.

Niños que preguntan ¿Mamá, por qué están marchando? ¿Quién es Fujimori? ¿Quién es Montesinos?. Los padres intentarán explicarlo todo, pero he ahí el meollo del asunto: ¿Qué seguridad tenemos de que cuenten a sus hijos la historia correcta? (o por lo menos la más justa)... Nadie.  

Hoy aprendí que es el amor y la pasión por el lugar que nos vio nacer lo que mueve masas, porque no queremos un sistema plagado de corrupción (nefasta palabra), lleno de idiotización a los peruanos, lleno de asco hacia un orden, que la hija de un vil dictador, finge querer cambiar.

Pero esa hija no sabe que la sangre llama, que el poder, en su caso, sí fue hurtado y heredado, buscando la continuidad de ésta de generación en generación. ¿Será que estamos ante el surgimiento de una suerte de Dinastía Japonesa? ¿Quién será quien gobierne a los hijos de mis hermanos? ¿Kaori? ¿Y luego? ¿Sus hijos?.

Y cada vez que alzaba el puño y gritaba hasta el ardor de garganta, hasta la pérdida de voz, sentía que quisiera que otra fuera la historia... ¿Cuál es el propósito de tanta exposición en esta marcha de causa noble? Pues es tal vez, hacer que miles de jóvenes sintieran también mi indignación, para que así apaguen sus televisores y  se unan a momentos como estos; sobre todo por sus hermanos menores, ya que estos merecen tener una mejor versión de nuestro Perú, o por sus padres y abuelos, que tantas penumbras pasaron para dejar atrás dictaduras gigantes y sangrientas (además de momentos angustiantes, solo preguntémosles). 

Entonces ¿Qué hacemos si quien está a tu costado desea votar por un régimen plagado de narcotráfico y sangre? ¿Insultarlo? ¿Enfrentarse a debates vacíos para ver quién usa más insultos porque en las noticias salió que tal le dijo a la otra "pelona"? Pues la respuesta es un rotundo NO. 

Cojamos el camino más largo y complicado: Eduquemos (una vez que nosotros también lo hayamos hecho, claro está).

Hablemos con paciencia y fervor, transmitamos la gravedad de este asunto político.  Y así, poco a poco, iremos cambiando este sistema y seremos nuestros propios héroes nacionales, en lugar de quejarnos porque ya no existe ninguno. 

La unión de la valentía, la educación y la pasión puede llevarnos a cambios sensacionales.

¡Vamos pueblo, vamos hermanos peruanos! No más decepciones entre nosotros mismos. Rechacemos a Fujimori padre e hija, tengamos dignidad y escribamos una mejor historia para los años venideros.

P.